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  • Foto del escritorPor Hugo Méndez Fierros*

Lugares de memoria y comunicación de la esperanza

Un Jardín para recordar víctimas de desapariciones forzadas



De abajo hacia arriba y con acuerdos de comunicación horizontal se han organizado las madres de víctimas de desapariciones forzadas en esta frontera México-EE.UU. Buscan a sus desaparecidos. Parte de lo que el Estado no ha podido regresarles, lo han rescatado poco a poco, con sus uñas y el apoyo de una red solidaria comunitaria. En el fondo buscan la esperanza.


Las madres de los desaparecidos y desaparecidas han construido un jardín. Hace unos días en el Centro Cívico de Mexicali, Baja California, sembraron esperanza. Erigieron en un lote baldío un lugar de memoria. Con murales, plantas, piedras multicolores y arenas distintas, realizaron un jardín xérico ad hoc al territorio desértico que habitamos y a la árida indiferencia de nuestra sociedad hacia las víctimas.

En este caso la esperanza la han anclado a un lugar. Este espacio reconfigurado es un jardín. No todos los lugares son recordados. ¿Qué es lo que hace que un lugar sea recordado? Para que un lugar sea parte de los recuerdos de un individuo o de un colectivo, se requiere que la memoria actúe en él y sobre él.


Lilian Paola Ovalle, investigadora de la UABC y participante junto a la maestra Danaé Morán Blanco, en este proyecto; ha escrito que en un contexto en el “que día a día se puede constatar el desapego y la indiferencia de la sociedad civil hacia la comunidad de víctimas, gana relevancia el surgimiento de espacios para el duelo público en los que podamos acompañar a las víctimas y reconocer el impacto de la violencia en la vida colectiva…El actual gobierno de López Obrador traicionó las expectativas de las víctimas sobre la desmilitarización y sobre los procesos de verdad y justicia transicional. Además este gobierno ha evidenciado su ineficacia en la contención de la violencia criminal y la atención de las demandas de justicia y verdad de las víctimas”.

Para el historiador francés, Pierre Nora, los lugares de memoria mantienen en su esencia tres dimensiones: la material, la simbólica y la funcional. Son lugares donde se cristaliza y refugia la memoria, que captan de la imaginación y del ritual una significación simbólica que los dota de una intención de memoria que los constituye por oposición a los lugares de historia.


Comunicar la esperanza es urgente en la sociedad actual. La esperanza es una forma de manifestar nuestra condición de individuos siempre abiertos a quienes no son como nosotros, abiertos a la realidad de los que no piensan como uno.

Los lugares de memoria, como el jardín construido por el colectivo Unidos por Nuestros Desaparecidos, se convierten en espacios que permiten descargar, en el sentido de descanso por dejar de tener encima la carga de pensamientos y emociones que agobian. El jardín, las flores y las plantas son una bonita metáfora para comunicar la esperanza, en medio de una sociedad indolente y un Estado rebasado por la violencia.


Crédito de fotos Víctor Medina Gorozave


*[No. 36/2021]. El autor de esta publicación es profesor-investigador

en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.


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